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El Salto y la razón de su nombre actual

TOURuguay con Antonella Mérica.
Cuando El Salto llevaba de existencia noventa y cinco años; su fundación data del año 1817, se dio a conocer en una edición especial del diario Tribuna Salteña, que no se conserve acta oficial alguna de su creación, por lo cual la prensa tuvo que recurrir a las archivadas notas que todavía se conservan en la Parroquia de la ciudad. Desde allí se puede leer una parte de los hechos más salientes del pasado salteño que hoy publicamos en nuestra Fundación, y comienza diciendo textual:
calle de El Salto antiguo
¨Es infundado afirmar con algún historiador, que el Salto nació a la vida de los pueblos antes del año 1817 y menos es creíble que la famosa villa de Purificación o los gloriosos expatriados del Ayuí fueron sus progenitores. Para esa afirmación no existe documento alguno y sí hemos de estar a lo que refieren testigos presenciales, esas referencias están de acuerdo con las actas, que insertaremos en esta historia.
El Salto fue fundado después de la época del coloniaje por un hecho casual. Algunas mujeres rezagadas de las que acompañaban al ejército portugués, acampado donde hoy se eleva hermosa la ciudad salteña, edificaron pobres viviendas, que fueron las primeras poblaciones y que no abandonaron, cuando el ejército levantó su campamento.
Tomó su nombre el Salto de los saltos de agua, que nace el río Uruguay en sus inmediaciones: el Salto Chico a 3 kilómetros al Norte y el Salto Grande a 25 próximamente en la misma dirección.
En su camino de expatriación (se refiere al éxodo de 1811) aquel pueblo acaudillado por Artigas, no encontró población alguna, que revelara la existencia de alguna ciudad o pueblo desde Paysandú al Caureim, a excepción del pequeño pueblo de Belén situado un poco más al Norte del Salto Grande y que había sido fundado el año 1801.
De lamentar es que no le corresponda a Belén de ¨hecho” lo que le pertenece de derecho, según el acta que acredita la fundación de aquella villa de este departamento. ¡Allí fue donde se dio el primer grito de Independencia antes que resonara en Mercedes, la voz de libertad de Viera y Benavídez y antes que el Jefe de los Orientales acampara en el Ayuí.
Ya fuera por la distancia que separa a Belén de la capital, ya por su posición fronteriza con Entre Ríos y el Brasil, Artigas consideró esta zona de la entonces Banda Oriental como punto estratégico para las luchas por la Independencia y por ello quizá tuvieron lugar allí los hechos más culminantes de su agitada vida de luchador.
SALTO GRANDE EN 1910
Próximas al Salto hacia el sur, en el paraje denominado Hervidero, existen aún las ruinas de la Purificación, campamento de Artigas, donde el pueblo salteño en homenaje a la memoria del Padre de los Orientales le exigió una estatua, cuya piedra fundamental fue colocada el 19 de junio de 1894.
En el Ayuí según hemos dicho se albergaron los 16.000 orientales, que seguían a Artigas (1811), después de haber pasado por el Salto Chico, y perseguidos de cerca por el jefe portugués Souza, que tenía su campamento en el Arapey. Junto a este arroyo y al Itapebí, Artigas y Otorgués libraron batalla contra los portugueses (1812); y sobre donde hoy se eleva el Salto, fue donde acamparon dos cuerpos de ejército de Sarratea para observar los movimientos del glorioso campamento del Ayuí.
En 1813 Andrés Durán representa a Belén en el Congreso del Miguelete, celebrado el 8, 9 y 10 de diciembre.
En 1814 abandonado el sitio de Montevideo, por Artigas, vino éste con su gente a situarse junto al pueblo de Belén, para ponerse en comunicación directa con los jefes de Entre Ríos y Corrientes, y allí fue donde tuvo noticias de que se le había declarado traidor y puesto a precio su vida.
Después del encuentro con Alvear, Artigas corre desde el Río Negro hasta el Arerunguá (departamento de Salto), allí se le incorpora Rivera y formando un cuerpo de ejército trasladan su campamento junto al arroyo Sopas (de este mismo departamento); entran en combate contra Dorrego y Soler en Guayabos, resultando victoriosos los patriotas (10 de Enero de 1815).
Artigas trasladó su campamento en Marzo, del Arerunguá al Hervidero – Purificación.
La villa de Purificación tenía por aquellos tiempos unas doce casas particulares hechas de terrón y paja, con puertas y ventanas de cuero, según el modelo tradicional de los campesinos uruguayos. Cercados muy rústicos de estacas desiguales, marcaban los límites de cada heredad. Era pobre y alhajada a préstamos la capilla destinada al culto religioso. La escuela tan pobre como el templo recibió del Cabildo de Montevideo los útiles más indispensables. Se
distribuyeron a los primeros colonos, herramientas, picos, hachas y azadas para emprender la edificación.
El 27 de Octubre del año 1816 la línea oriental sostuvo un encuentro en los Cerros de Carumbé sobre el Cuareim con las fuerzas portuguesas al mando de Oliveira Alvares; y a pesar de los esfuerzos del Cacique Manduré con sus indios y del comandante Gatel, Artigas abandona el campo con las reliquias de su división y se interna en territorio oriental.
El nuevo cuartel general de Artigas, situado sobre unos cerros de acceso escabroso, tenía defensas naturales casi inexpugnables.
Su primer resguardo era el Río Arapey, el paso del río era difícil y los montes bastante tupidos, estaban entrecortados con zanjas, aparentes para emboscadas. Allí fue a sorprender a Artigas el jefe portugués Abreu con numeroso ejército, a las 7 de la mañana del día 3 de Enero de 1817. Los asaltantes fueron recibidos por el fuego de 100 blandengues y 200 correntinos, mandados por Artigas en persona. Pero cargados a paso de carrera y bajo un fuego nutrido de artillería de Abreu, los soldados de Artigas abandonaron sus posiciones de Tres Cerros del Arapey dejando 80 hombres muertos.
El 4 de Enero Latorre se batió sobre el Catalán con las fuerzas del Márques de Alegrete, y después de un reñido combate, los orientales abandonaron el campo dejando en él 300 hombres muertos.
A fines del año 1817 Artigas dirige desde Purificación una nota entusiasta llamando a su obediencia a los pueblos que ansiaban libertad. (Este año 1817 es el año de la fundación de la ciudad de Salto).
Días de prueba esperaban a Artigas en purificación. Allí supo la prisión de sus jefes más importantes, tuvo conocimiento, que estando las avanzadas portuguesas sobre las costas de Valentín y adelantándose el jefe uruguayo Lavalleja con su ayudante Salcedo y 6 u 8 jinetes, cediendo a aquella ansia de combate que no le permitía reflexionar delante del enemigo, cortado por un piquete de caballería y enredado en las boleadoras que llevaba, Lavalleja cayó
prisionero. Tuvo conocimiento Artigas en su mismo campamento de Purificación de la derrota de Bernabé Rivera en el Rincón del Pará donde quedó prisionero del enemigo el mismo Rivera y otros oficiales de valor, quienes fueron deportados a las islas Das Cobras.
Asimismo tuvo conocimiento Artigas que el General Jurado se dirigía al campamento del Hervidero con el ánimo de arrancar el último baluarte de los patriotas. Dióse entonces la orden de que todas las familias residentes desde el Hervidero hasta Paysandú pasaran a la provincia de Entre Ríos en el término de 2 horas (7 de enero de 1818). Artigas entre tanto ante la inminencia de un feroz ataque de Jurado levanta su campamento de Purificación y se dirige al Queguay donde fue sorprendido por los portugueses. Reunidos sus dispersos va al Cuareim donde pasa parte de los años 1818 y 1819, hasta que el Conde de Figueira, que al frente de 3.000 hombres, buscaba a Latorre, jefe subalterno de Artigas, cayó de sorpresa el día 22 de enero sobre los patriotas, en la horqueta que forman las puntas de Tacuarembó, Latorre es derrotado mientras Artigas en Mataojo esperaba los contingentes que vendrían de Entrer Ríos.
Este fue el último tributo a la desgracia en los campos del Salto, de aquél héroe que durante tanto tiempo tuvo en sus manos la suerte de la Revolución Americana.
Esta parte de la República empapada con sangre de patriotas en tiempos de Artigas, había recibido de éste el legado de patriotismo, que albergó siempre el glorioso desterrado del Paraguay.
 
Fuente: Tribuna Salteña

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