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Emilie Schindler. Las cosas de la muerte

LAS GRANDES ENTREVISTAS DE RAMÓN MÉRICA.

Reality beats us everytime. Emerson
Buenos Aires, enero.

La estación de trenes suburbanos que enfilan hacia el sur quizás hoy luzca más penosa porque a las diez de la mañana ya avanzan 28 grados de ignominia sobre boleterías y andenes, después sobre pasamanos y vagones sobados por la charra urgencia de lo precario y la imprudente presencia del verano en el sitio que menos corresponde, y por eso Avellaneda primero, Burzaco después, y quién sabe qué recovecos de la rutina obligarán a los cotidianos consumidores de vías a adentrarse en la roñosa tristeza lumpen de la Estación Constitución -reducto deprimente si los hay-, para finalmente acceder a la «cochinada gris de los suburbios» como se lastimaba Neruda.

Sé que me espera un largo viaje (siempre lo molesto parece no tener fin), pero cincuenta y pico de quilómetros no deben asustar a nadie si uno sobrelleva el tercermundismo de ese Buenos Aires al sur con un soplo, por lo menos, de expectativa: en un lugar al que probablemente no volveré más (después confirmaré que es así) me espera una señora que es historia, historia negra de este siglo, no por ella sino por lo que le tocó vivir.
También sé que este tren no me llevará hasta San Vicente sino que deberé baja en Glew, enganchar allí con lo que sea -un fantasma que pasa cuando Argentina se pone discreta, no cuando mueren monaguillos sino cuando se trata de funerales de obispos- y después Dios dirá. Hasta que luego de atravesar paisajes polvorientos, desolados, -París-Texas, bah- me veo en una plaza de esas que siempre hemos idealizado como el Aleph de la desolación, una plaza donde confluyen todas las desolaciones.

No hay más bello, jocundo, feliz, que una plaza; no hay nada más ominoso, acuciante, peligroso, que esa misma plaza. Basta con remitirse a Giorgio de Chirico o a las columnas de la crónica policial para comprobarlo.

Pero en esta chica-grande-chica plaza de San Vicente las cosas ocurren de otra manera: sobre el mediodía el sol cae a pique con entusiastas 35 grados, no hay teléfonos sino «locutorios» para avisar a mi entrevistada que ya llegué al pueblo; no hay taxis sino «remises» para alcanzar ese 300 y pico de la Avenida San Martín y, como si fuera poco, cuando quiero saber en qué hora vivo, el reloj de la plaza, delante -o detrás- de un busto de Eva Duarte  (no de Carson McCullers) no tiene manecillas.

Por más que en ese pueblo perviva la Quinta 17 de Octubre del que te dije (pronto será museo), por más que Torre-Nilsson haya elegido ese remoto ombligo del mundo para hacer su traslado de Boquitas pintadas de Manuel Puig, en San Vicente se murió todo, si es que alguna vez vivió algo. En ese pueblo, el único que tiene razón es el reloj sin manecillas.

La imagino grandota, un poco Valkiria, de voz urgente y seguramente autoritaria, mientras enfilo hacia esa casita «que está justo en la curva, con un muro de transparentes y muchos gatos», donde habita esa señora que no se da con nadie, de aquí que hable tan mal español, que nunca se dio con nadie porque estaba ahí para trabajar y no para trenzar chismes con los vecinos, como lo decretó aquel lejano día de 1949 en que cayó con su marido sobre San Vicente y donde seguramente cerrará los ojos a sí misma un día del que nadie tiene recuerdo.

La imaginación traiciona a la imaginación, y eso no está mal: no es grandota, ni Valkiria ni vozarrona; es sí cautelosamente autoritaria, como corresponde a alguien que ha sabido de profundis cómo son las cosas de la vida pero, sobre todo , las cosas de la muerte.

¿Quiere una cerveza? Es lo mejor para calor…
Fue el puntapié inicial de una larguísima conversación.

CONTINUARÁ

The Wife of Oskar Schindler, Emilie Schindler…09 Aug 1993, Buenos Aires, Argentina — Emilie Schindler, the wife of Oskar Schindler, prior to the release of Steven Spielberg’s film «Schindler’s List», based on the story of her husband. — Image by Diego Goldberg/Sygma/Corbis

 

Quién es Emilie Schindler?


Su vida antes de la guerra

Nacida en Alt Moletein, en la ahora República Checa, fue hija de un matrimonio de granjeros los señores Joseph y Marie Pelzl, su nombre de soltera por lo tanto era Emilie Pelzl. Su hermano mayor se llamó Franz y ambos se la llevaron muy bien. Al parecer tuvo una infancia feliz viviendo en la granja, rodeada de la naturaleza y disfrutando de cuidar los animales.

En Alt Moletein, le gustaba conocer sobre el estilo de vida y costumbres de los gitanos, pues estos pasaban temporadas acampando en las cercanías de esta población. Ella fue aficionada de conocer sus costumbres, música y sus fascinantes historias vividas por su vida nómada que los llevaba a contar aventuras de su vida diaria.

Su vida matrimonial
Emilie conoció a su futuro esposo en 1928, cuándo Oskar Schindler era vendedor de motores eléctricos y fue por viaje de trabajo a Alt Moletein, ofreciendo estos equipos. En esa oportunidad fue a casa del señor Josef Pelzl a venderle. Es cuando se conocen y según luego de mes y medio deciden casarse el día 6 de marzo de 1928. El matrimonio se efectuó en una posada en las afueras de Zwittau, ciudad dónde nació Oskar Schindler.

Sin embargo, los problemas matrimoniales llegaron pronto a la vida de la pareja. Al parecer el señor Schindler, era una persona que gastaba el dinero de forma irresponsable. En ese tiempo tuvo una dote de 100 coronas checas, que según era una fortuna para la época, en un carro de lujo y otros artículos costosos.

Emelie, describió a su esposo como un hombre de buen corazón que le gustaba ayudar a los más necesitado, pero que tenía el defecto de la inmadurez, llevándolo a mentir y engañarla para luego ir a pedirle que le perdonara y, con el tiempo volver a hacerlo. Convirtiéndolo en un ciclo vicioso.

Esfuerzos durante la Segunda Guerra Mundial
A los diez años de casados en 1938, por motivos de trabajo se mudó a Cracovia y adquirió una fábrica llamada Deutsche Emaillewaren Fabrik, que sus anteriores dueños habían sido judíos, y que producían bienes esmaltados. Aun cuando estaba inscrito en el partido nazi, contrató mano de obra judía por ser más barata. Su esposa Emilie, sin embargo, se había quedado en Zwittau.

Con el tiempo su esposo hastiado de las bestialidades que los nazis le hacían a los judíos, y tal vez por pena ajena o por otras circunstancias, decide salvaguardar de forma encubierta a sus trabajadores judíos y le pide la colaboración a su esposa Emilie.

Empezaron a proteger a los obreros de la fábrica pagando costosos sobornos a los guardias de la SS (organización política militar del Partido Nazi). Para ayudando a estas personas de religión judía, al pasar el tiempo y por los avances de la Segunda Guerra Mundial, cuando el dinero mermó y Emelie vendió sus joyas para proveerse de víveres, ropas y medicamentos.

Cuido de la salud de estos trabajadores, en una enfermería clandestina que tenían en la fábrica y que habían dotado con equipo comprados de contrabando. Con el tiempo llevaron una lista con los nombres de sus trabajadores con la finalidad de producir uniformes y municiones para el Tercer Reich.

Unas de las personas que ella cuidó en ese tiempo el señor Maurice Markheim, se expresó de ella de esta manera: En una oportunidad a través del mercado negro consiguió un camión completo con pan. Me pidieron que lo descargara. En ese momento ella hablaba con un oficial de la SS, buscó de distraerlo y aproveche a tomar un pan y guardarlo entre mi ropa.

Por su expresión lo hizo a propósito. Para ese entonces un pan era oro. Creo que ella fue un gran ser humano y una gran mujer apoyando a su marido. (Ver artículo: Ataque a Pearl Harbor)

El matrimonio de Oskar y Emilie Schindler, lograron proteger a más de 1.200 judíos de los campos de extinción. En mayo de 1945, los Schindler huyeron por miedo de las represalias por parte del ejército aliado, que había ganado la guerra. Entonces ellos dejaron a su personal judío en la fábrica y se fueron cuando el ejército rojo de los soviéticos llegó a Brunnlitz, en vista que Oskar Schindler había sido militante del partido nazi.

Vida de Emilie Schindler terminada la guerra
La pareja Schindler constantemente estuvieron asediados por antiguos nazis, y sus vidas estuvieron en riesgo mientras vivieron en Alemania después que culminó la Segunda Guerra Mundial. Por esto deciden irse a vivir a Argentina, pues en aquel entonces ese país les abrió las puertas a muchos refugiados políticos.

Partieron a Buenos aire, Argentina, acompañados por la entonces amante de su esposo y otras diez personas judías que trabajaron con ellos en la fábrica y que les decían Schindlerjuden (judíos de Schindler).

Llegaron a este país en 1949, y vivieron como agricultores criando pollos y nutrias, para la peletería. Los ayudaron financieramente inversionistas judíos.

Sin embargo, este negocio no prosperó y su esposo se declaró en quiebra en 1957, y decide regresar a Alemania. El matrimonio se separa y ella se queda en Argentina, no se divorciaron, ni se volvieron a ver y luego de diez y siete años separados, quedó viuda porque Oskar Schindler, murió en Alemania en 1974. (Ver artículo: Neville Chamberlain)

La señora Emilie Schindler, se quedó viviendo en una modesta casa en San Vicente, a unos 40 kilómetros de la ciudad de Buenos Aire, la capital de Argentina, acompañada de sus mascotas, pues este matrimonio no tuvo hijos. Tuvo una ayuda económica por una asignación de Israel y Alemania. Su casa estuvo custodiada diariamente por la policía, debido a las constantes amenazas de grupos antisemitas.

Por sus ayudas para proteger y salvar la vida de judíos, Emilie fue reconocida por varias instituciones judías por sus acciones durante la Segunda Guerra Mundial. En 1994, fue señalada como persona “Justa entre las Naciones” por el memorial Yad Vashem, al igual que Miep Gies, la señora que escondió a Anne Frank y familiares en los Países Bajos. Recibió la condecoración en 1995, de la Orden de Mayo, el más alto reconocimiento que da el gobierno de Argentina a los extranjeros.

Regreso a Alemania y muerte
Por su deseo de regresar a Alemania antes de morir, en julio de 2001, llegó a Berlín. En una entrevista a periodista comentó que, su mayor deseo era pasar sus últimos años de vida en Alemania, y que cada día estaba más nostálgica. Su único familiar fue una sobrina que vivía en Baviera, Alemania. (Ver artículo: El Pacto de Munich)

Por consecuencia de un derrame murió en el Hospital Markisch-Oderland de Berlín, el día 5 de octubre de 2001, tenía para el momento de su fallecimiento 93 años de edad.

Fue enterrada en el cementerio de Waldkraiburg, a una hora de la ciudad de Múnich. En su lápida está tallada la inscripción “Quién salva una vida salva al mundo entero”

Curiosidades
La escritora argentina Erika Rosenberg, se inspiró en la vida de Emilie Schindler para escribir la biografía “Yo, Emilie Schindler”, publicado en el 2001. Además de esta novela, su colaboración a su esposo fue presentada en la novela “El arca de Schindler” de 1982. De esta último libro se basó el guión de la película de Steven Spielberg, “La lista de Schindler” filmada en 1993. En la película su personaje lo representó la actriz británica Caroline Goodall, y en la escena final, es la propia señora Emilie Schindler quién coloca la piedra sobre la tumba de su fallecido esposo.

 

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