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Tacuarembó es el lugar de mayor concentración de descendientes de charrúas

LOS CHARRUAS DE PICERNO / DESCENDIENTES DE CHARRÚAS
bernardino el charrúa tacuaremboenseEn este capítulo tocaremos varios aspectos: generalidades sobre el origen de los descendientes, desde los primeros mestizajes, calcularemos el número probable de descendientes al día de hoy, mostraremos fotos de los mismos y compararemos los rasgos que aún se mantienen, y daremos la nómina de indicios físicos y modos de conocer si se es o no descendiente de charrúas.
Pero tenemos que tener claro lo siguiente: un descendiente de charrúa, como máxima cercanía puede ser nieto de un charrúa, y en general los descendientes somos de 4a. 5a. 6a. y 7a. generación. (Más adelante se presenta un nieto de charrúa, (del cual somos amigos), que heredó casi todos los rasgos físicos y psíquicos de aquellos).
Esto quiere decir que tenemos más sangre del blanco que del charrúa, ya que los mestizajes se han hecho preferentemente con inmigrantes, y cada vez más los descendientes han tomado más genes de los europeos, como se comprenderá.
Esto no significa que no tengamos “sangre charrúa”, pero en menor proporción cuantitativa que la sangre de poblaciones ajenas al Continente. Sin embargo la genética charrúa es fuerte cualitativamente, puesto que los marcadores genéticos se mantienen y vuelven a reaparecer en descendientes ya lejanos de charrúas, por suerte. Tacuarembó es el lugar de mayor concentración de descendientes de charrúas; en el Hospital nacen un 50% de niños que presentan la mancha en la piel de la zona sacro-coccígea, característica de los descendientes de amerindios.
Ya sabemos que a partir de 1831 al producirse el etnocidio, la etnia charrúa, que tampoco se mantenía pura por esos años, desapareció como tal. Esto fue a causa de la separación de los individuos quienes fueron alojados en lugares diversos donde se les aplicaron ciertas normas dictadas en aquel momento, por el Gobierno de la República cuyo portavoz fue el Ministro de Guerra Dr. José Ellauri. Esta separación se conoció con el nombre de “reparto”, dado que había una lista de personas que solicitaban a los prisioneros que habían venido a pie de Salsipuedes. Según el procedimiento para la distribución de los prisioneros, se les daría solamente uno a cada solicitante, “pero al que le corresponda chicuelo o india joven sin hijo de pechos, será obligado a llevar una de las Indias viejas, que son pocas. El que no estuviere contento con lo que le quepa en suerte, pase al siguiente en orden, y así sucesivamente. A todos se les explicará que deben obligarse a tratarlos bien, educarlos y cristianarlos: que no podrán obligarlos a permanecer en sus Casas por más de seis años, excepto los chicuelos que será en los varones hasta los 18 años, e igualmente las hembras si antes no toman estado”.
De modo pues que los charrúas puros que quedaban ya no volvieron a unirse en matrimonio entre sí, por lo tanto, dieron origen a nuevos mestizos, derivados de la mezcla muy variada ya con españoles, portugueses, porteños, negros, guaraníes o gauchos, que también podían ser a su vez descendientes de charrúas de épocas anteriores.
Recordemos que desde que el primer español desembarca y queda viviendo con los charrúas, el grumete Francisco Del Puerto, que vivió desde 1516 hasta 1527 entre charrúas, ya se habría producido seguramente la primera mestización.
Posteriormente, dentro del siglo XVI hubieron varios contactos entre los charrúas y los españoles, y si bien la mayoría fueron en combates sangrientos, no debe descartarse que tienen que haber quedado españoles conviviendo con charrúas por lo menos durante algún tiempo.
En el siglo XVII, en 1625 aproximadamente, ya entraron misioneros para fundar reducciones tales como la de San Franciso de Olivares, con indios charrúas, aunque se ignora el paraje en que se levantaron las mismas.
La fundación de Soriano, aparentemente con población de chanaes, fue en 1624, siendo esta la población más antigua del país. Ese pueblo primeramente se encontraba en la isla de Vizcaíno, en la boca del río Negro, pero se trasladó en 1708 al lugar que hoy ocupa. También se fundaron en la misma zona las reducciones de Espinillo, Víboras y Aldao, que han desaparecido. Aquí los Franciscanos llegaron a reunir unos mil indios. Se supone que la mayoría no eran Charrúas ya que a estos era difícil catequizarlos.
También mencionemos a Hernandarias, que en 1607, hace su primera expedición a la costa de los charrúas. Por esas épocas Hernandarias introduce en nuestro territorio un número considerable de vacunos, de caballos y yeguas que se dispersaron libremente por el mismo, y se multiplicaron por miles.
Todo esto nos da a entender que los charrúas tuvieron contactos con los conquistadores, que en su mayoría eran hombre solos, de modo que es lógico suponer que se relacionaran ya sea fugazmente o tomándolas como esposas a la indias charrúas.
También es de hacer notar que después de 1726, en que se funda la ciudad de Montevideo, ingresan españoles a poblarla. Y posteriormente en 1728, llegan venidos de España 400 soldados (sin compañeras mujeres), para trabajar en la fortificación de Montevideo junto con los indios tapes (guaraníes adoctrinados por los Jesuítas).
En 1730 Zabala crea el primer Cabildo de Montevideo designando al regidor Juan Antonio Artigas (abuelo del Prócer) para su defensa.
Hemos informado estos datos para sacar en consecuencia algo que pocas veces se dice y es que los españoles venidos a Montevideo, hombres solteros, era lógico que se relacionaran con las mujeres indias y de allí el nacimiento de mestizos. Estos mestizos podían continuar viviendo en la tribu junto a la madre y estar integrados a los charrúas y posteriormente apartarse para hacer una vida solitaria y constituyendo lo que se conoció después como “el Gaucho”.

pierno con bernardino en tierras de sepé
Foto del nieto de charrúa, Bernardino García junto con su hija que también tiene los rasgos charrúas, y con Eduardo Picerno, teniendo en común principalmente la morfología longilínea, la altura, la cara más larga que ancha, longitud de los miembros, etc. La foto fue tomada en el campo cercano al cerro donde vivió el Cacique Sepé, que se puede divisar al fondo de la misma.

Por otro lado sabemos que los hombres charrúas no eran celosos y más bien amantes de la libertad tanto de sí mismos como de las otras personas. Por eso se puede entender la facilidad con que las indias, que además se sentían atraídas por los españoles, si las trataban bien y con respeto, pudieran con el tiempo dar nacimiento a gran número de mestizos que constituyeron los primeros descendientes de la etnia charrúa. Todo el proceso de mestización y de nuevos descendientes sigue a través de los años y cuando llegamos a 1831, en que oficialmente se produce una mestización obligada de un número considerable de charrúas, supongamos 500, ya había en el Uruguay una gran cantidad de descendientes de charrúas, específicamente los más numerosos eran los gauchos y las chinas (nombre que se daba a las hijas o descendientes de indias).
Podríamos hacer estimaciones aritméticas que nos llevarían a concluir que los descendientes de charrúas, desde el siglo XVI hasta el presente, son un número que oscilaría, según mi parecer, entre 300.000 y 1 millón de personas.
En efecto, si calculamos por ejemplo que en el año 1700 hubieran solamente 20 descendientes de charrúas y que cada 25 años estos se multiplicaran por 2 (es decir, tuvieran dos hijos (nuevo mestizaje o no), que es una cifra moderada, ya que se han reportado indias que han tenido hasta 20 hijos, tendríamos que, en 1725 habrían 20×2=40, y siguiendo la progresión en el año 2000 serían 82.000 descendientes.
Pero sabemos que entre 1700 y 1831 también hubo un intenso mestizaje, y que a partir de los aproximadamente 500 sobrevivientes de Salsipuedes, en 1831, también se siguió desarrollando la descendencia charrúa.
Por lo tanto, podemos hacer varios cálculos tentativos y nos daría una cifra aproximada al entorno que ya hemos mencionado.
Hay que tener en cuenta -para no ser tan optimista- que cuando un descendiente se casa con otro descendiente, hay que contar solamente la mitad de sus hijos, porque si cada padre se hubiera casado con un no descendiente los hijos de cada uno serían mestizos y el doble en número de los hijos de un matrimonio de descendientes.
Si todavía hiciéramos cálculos de uniones entre charrúas y blancos a partir de 1700, la cifra de 82.000 descendientes se incrementaría, entonces llegaríamos al entorno calculado de que tenemos en el año 2000 en el Uruguay entre 300.000 y 1 millón de descendientes de charrúas.
Además de estos cálculos que se originan en el pasado tenemos las estimaciones actuales realizadas por el profesor Mañé Garzón con la colaboración de la Dra. Mónica Sans y la Q.F. Dra. Sinthia Pagano, de la que surge que entre un 25 y un 50% de la población del Uruguay nace con la “mancha mongólica”-la mancha sobre la zona sacrococcígea-, que es indicio de ser descendiente de amerindio o de negro. Entonces podemos quedarnos para el caso de los charrúas con la cifra mínima del 25%, lo que nos dará en una población de 3 millones unos 750.000 descendientes, lo que es coherente con el cálculo realizado por el suscrito.
Vamos a mostrar dos características de descendientes: la primera es la de un nieto de charrúas, que además hereda casi todos los rasgos físicos y de personalidad de sus ancestros; la segunda es la de un descendiente de séptima generación con mezcla de español e italiano, pero que mantiene algunos rasgos de la conformación física del charrúa, como también el tipo de sangre O+, algunos verticilos digitales (característica predominante en los descendientes de charrúas) y algunos rasgos de carácter heredados de su madre, que a su vez los trae del charrúa.
Se transcribe un párrafo de Zorrilla sobre la Batalla de Catalán, acaecida el 4 de enero de 1817, y en la que participaron gran número de lanceros charrúas, minuanes y guaycurúes.
Es una muestra del patriotismo de los charrúas, de su valentía y la entrega de su vida por nuestra Libertad. Una vez más su preciosa sangre bendijo nuestra tierra. Helo aquí:
“Una nueva y suprema batalla se libró allí, en aquel bosque sagrado. No fue una batalla, fue una ejecución a cañonazos. Hora clamorosa! Las descargas portuguesas sonaban sin interrupción, y sólo eran contestadas por interjecciones de rabia, los pocos fusiles compatriotas ya no tenían voz. De repente, salían de entre los árboles, como fieras de su guarida, diez, veinte jinetes casi desnudos, que cargaban dando alaridos y caían sobre las bayonetas enemigas. Y nadie se rindió. Hasta que en aquel bosque quedó sólo el silencio.
Porque los que habían vivido, callaban para siempre.”


 
Fuente: documentación tomada del investigador Lic. Eduardo Picerno, que su vez lo ha publicado en el libro “El genocidio d e la población charrúa” Editado por Biblioteca Nacional, año 2008

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