Artes y Cultura

Los dos prólogos del curioso libro «J.M.C. El Húsar Desdichado»

BUENAS LENGUAS.
RE – EDICIONES
Los lazos de la historia

Es un libro curioso. Se titula «J.M.C.». El Húsar Desdichado, libro que contiene la memoria de Manuel A. Pueyrredón poesía y canciones que tratan de la vida y la muerte de Don José Miguel Carrera, y acaba de ser re-editado en Buenos Aires -en espléndida presentación- por Ediciones de la Flor Alta. El volumen se abre con dos prólogos, uno de Victoria Pueyrredón -descendiente de uno de los dos personajes del libro- y otro de Pablo Neruda. Es útil extractar algunos pasajes de esos prólogos para entender el carácter de un libro fascinante y poco frecuente.

EL CORONEL PUEYRREDON Y LA SOMBRA QUE PASA

Conocí a la señora Victoria Pueyrredón, escritora argentina, en uno de esos reposarios marítimos del Uruguay, en donde uno no quiere conocer a nadie, como no sea las agujas de los pinos, el saludo de los benteveos, las arenas del océano fluvial. Pero de pronto conocí afinidades profundas entre esta Victoria y la historia.

¡Qué lujo de antepasados! Porque además de ser ella descendiente de José Hernández, padre del Quijote gaucho, lo es también del guerrero de la Independencia Argentina don Manuel Alejandro Pueyrredón.
Este Pueyrredón, sí que era mi viejo amigo. No lo conocí, está claro, pero es como si hubiera andado con él por aquellos caminos, pampas de trébol salvaje, dando tiros y ensillando caballos al amanecer.
En forma extraña encontré por primera vez al coronel Pueyrredón, y me acostumbré a su compañía. Ciertamente que hacía cien años que estaba muerto, según lo acredita la esquela mortuoria que suscribe también, entre los Pueyrredón, su sobrino José Hernández. Pero esto no tiene importancia.

En aquellos años antes de 1950 andaba yo perseguido, transmigrante de casa en casa, de misterio en misterio. Se sabe que muchísimos patriotas me ampararon. En cada sitio yo hurgaba los papeles, los libros, inexistentes en algunas partes y abundantes en otras. En casa de mi benefactor de turno, mi amigo don Julio Vega, me encontré con un viejo boletín de Historia y Geografía, descabalgado y amarillento por la edad. Abrí las páginas para no leerlas, tanto tedio parecían exhalar. De repente saltó del tiempo amarillo un relato que me atravesó el corazón como una lanza. Eran las páginas en que el coronel Pueyrredón, ya anciano, recordaba su vida militar y su encuentro con el general chileno don José Miguel Carrera, de quien fue prisionero.

Para los chilenos Carrera es el preclaro, el libertador audaz, rayo de la revolución, luminoso y desventurado, como ninguno. Para los argentinos, este chileno errante, a la cabeza de una tropa harapienta y saqueadora, era un insurgente más entre las líneas cruzadas de la historia, montonero de las praderas que se atraviesa en medio de la insigne ruta sanmartiniana. Para nosotros, los chilenos, es el incomparable compañero de la desdicha. para los argentinos de entonces un sembrador de desgracias.

Muchos honores y muchas heridas recogió en su vida. Yo rindo homenaje a su increíble transparencia. Compartió la grandeza de un hombre acosado, y no se equivocó.

Pocas veces en la historia se encuentra un testigo de cristal. Honor a él y a nuestro húsar desdichado.
Al republicar para los lectores argentinos «El Húsar Desdichado», el doloroso texto con los recuerdos del Coronel Manuel Alejandro Pueyrredón, acompañado por mis himnos y canciones, quiero dedicar esta edición a mi amiga Victoria y también a la memoria de José Hernández, el más insigne de los poetas rebeldes de nuestra América.
Pablo Neruda

Cuando hablaba de Pablo Neruda, lo había considerado siempre uno de los «monstruos sagrados» de la poesía y otros géneros literarios, no precisamente el que fuera la base de nuestro diálogo amistoso. Nunca lo hubiera imaginado interesándose en unos recuerdos históricos concernientes a un patricio argentino, menos aún coincidiendo con que éste, a su vez, fuera un antepasado mío.

Desde que tuve uso de razón oí hablar en mi familia de las sobresalientes condiciones de Manuel Alejandro Pueyrredón.

Mi padre había publicado un libro sobre él, basándose en documentos: «…Encontrados en un viejo maletín apolillado de mi abuelo Adolfo Pueyrredón, hermano de Manuel Alejandro…», con una nota preliminar de él y un prólogo del escritor e historiador Don Ramón J. Cárcano.

Me sorprendió y conmovió pensar que Neruda, en su «Isla Negra» de Chile, en el año 1962, existiendo tan poca información fuera de los Archivos Nacionales sobre la personalidad realmente avasallante de Manuel Alejandro Pueyrredón, oscurecido en la rama genealógica por figuras como la de Juan Martín de Pueyrredón, militar y Director Supremo, Prilidiano Pueyrredón, pintor de su época y José Hernández Pueyrredón, autor de «Martín Fierro», recurriera a la misma ocumentación y coincidiera hasta tal punto en fuentes similares.

Realmente me emociona al editarse ahora este libro de Pablo Neruda en la Argentina, llegar a ser un eslabón para que le sea rendida a esta figura la justicia debida, en la cual se han empeñado hasta ahora tan contados investigadores.
Victoria Pueyrredón

 

 

Foto de portada anaforas.fic.edu.uy

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