Veredas

Libro de Ramón Mérica: Veredas que yo pisé

VEREDAS. LIBRO DE RAMÓN MÉRICA RECOPILA VEINTITRES NOTAS PUBLICADAS EN EL PAÍS, EN 1996

– Crónicas de casas y calles
– SALTEÑO. Ramón Mérica dedica el libro a su departamento natal que le enseñó a mirar más allá de lo que se ve.
En una rueda de colegas se lo puede ver contando, con pasión desmesurada, el recorrido del 522 y los catorce barrios por los que el ómnibus atraviesa para llegar a destino. Ramón Mérica no se cansa nunca de hacer partícipe a los demás de su último descubrimiento: “el otro día fui a un taller mecánico en la Unión y la fachada me llamó la atención. Me acerqué y me di cuenta que había sido un cine. Es impresionante, los dueños conservan hasta los afiches, así que cuando vas a pagar el recauchutaje de una llanta, te encontrás con Clark Gable y Rita Hayworth.”

Esa pasión que no escatima en relatos entre amigos se descubre en Veredas, las crónicas dominicales de Mérica en El País, que ahora además están reunidas en una publicación con igual títutlo, de editorial Fin de Siglo.

Fue en marzo de 1996 que el periodista nacido en Salto estrenó Veredas con una entrevista al arquitecto José Luis Livni, en ese momento presidente de la Comisión del Patrimonio Histórico. Luego, llegarían cientos de crónicas montevideanas y del interior del país que contienen información rigurosa, pero también reflexiones de un observador atento. Para esas páginas, Mérica se mueve entre la arquitectura y el urbanismo nacional, pasando por las artes plásticas, la literatura, la pintura, entre otras disciplinas.
El autor enumera otras crónicas que, por motivos diferentes, también decidió incorporar a Veredas:
“La de la iglesia de Tapes es quizás la que más me atrae. La custodia de ese templo es de oro con perlas, brillantes y otras piedras, realizada con alhajas que donó la señora Elena Mullin de Beltrán”.

El libro también incluye la nota sobre la quinta abandonada de don Pepe Batlle, con una entrevista a la nieta, María Antonia Batlle, y la de la casa de Torres García en la calle Caramurú. Otros tres capítulos están dedicados a Piria, uno es sobre su casa actual (actual Suprema Corte de Justicia), otro sobre su personalidad contada por un nieto, el tercero que habla sobre la faceta esotérica y alquimista de Piria, narrada por Jorge Soriano. Al mismo tiempo, está la nota de Eduardo Darnauchans enamorándose de las estatuas de Montevideo, entre esas la diosa de la abundancia que está en la Plaza Zabala. Es muy graciosa. La publicación se cierra con otro libro. Se trata de Novecientos, un libro delicioso de Josefina Lerena Acevedo de Blixen.”, dice.

“Ando mucho en la calle, en ómnibus – cuenta Mérica – y veo cosas, como que se imponen. Por ejemplo, en el viaje del 522, uno se da cuenta de la cantidad de gente que vivió en esa travesía: los Zorrilla, Socorrito Villegas, Felisberto Hernández, por ahí caminaba Vaz Ferreira y allá se paseaba Borges. En ese recorrido, te vienen todos esos fantasmas, más los arquitectos, los nombres de las calles. Es un mundo de pequeños detalles.”
La paradoja es que un salteño descubra Montevideo para los montevideanos. Y aunque no hay crónica sobre su departamento natal en este libro, Mérica se reserva la dedicatoria: “A Salto, que me enseñó a mirar; a sus (mis) mayores, que me enseñaron a ver; a sus veredas, que me enseñaron a caminar.”

La nueva publicación de este periodista y escritor de fuste, seguramente se convertirá en una referencia para la arquitectura y el urbanismo nacional, como asegura Antonio Larreta en el prólogo. Larreta describe a Mérica como “un paladín de todas las cornisas, las cúpulas, los vitrales, los prodigios de los grandes artesanos, que ha descubierto uno a uno, con una paciencia, una sabiduría y un amor sin rivales. Un periodista único.”

Por Magdalena Herrera (el lunes 27 de diciembre de 1999 en El País)

Veredas que yo pisé…
La historia en prensa comienza en marzo de 1996, cuando El País inaugura su sección “Veredas” con Ramón Mérica caminando por todos los rincones, calles y esquinas de la ciudad, en otro punto de toque sobre Montevideo y sus milagros. Anteriormente, Mérica había desarrollado un ciclo titulado “La ciudad reencontrada” en el espacio de En Vivo y en Directo por Radio Sarandí, por el cual pasaron personalidades y memoriosos de la capital a través de sus historiadores y/o protagonistas.

Tanto en Sarandí radio como en El País, Mérica ha tratado de desentrañar las bellezas y contradicciones de la ciudad, sus bellezas ocultas, su abandono o sus misterios, para lo cual recurrió a una vasta bibliografía y al apoyo de palabras mayores como César Loustau, Vicente Cicalese, Aníbal Barrios Pintos, Washington Reyes Abadie o Ricardo Goldaracena, entre muchos otros que han demostrado su amor por Montevideo.
ENCANTAMIENTO. Y precisamente de amor se trató en esas páginas, del amor del hombre común o del memorioso notable por su ciudad, lo cual llevó a la construcción de un vasto caleidoscopio de información donde conviven el urbanismo, las artes plásticas, la jardinería, la literatura, la arquitectura y sus ramas afines, como el diseño y la decoración. Además, entrevistas a personalidades de diferentes disciplinas que han patentado en su obra su preocupación por el hábitat.
En esta edición ´96, el índice marca:
Encantos y desencantos de lo que es y lo que fue, una entrevista al desaparecido arquitecto José Luis Livni, instaurador del Día del Patrimonio en el Uruguay.
Historias montevideanas: la Plaza Artola por Maneco Flores Mora.
Vida, pasión y olvido del que tiró la primera píedra, semblanza de Tomás Toribio, el primer arquitecto del Uruguay.
La calidad bien entendida… con respecto a la casa-museo de Toribio.
Cuando construir era una gloria, sobre el arquitecto Aubriot y la construcción del Palacio Lapido.
Caminen, caminantes, camina, caminadora, en charla ambulante con María Emilia Pérez Santarcieri, la Dama del Megáfono.>
Del teatro a la memoria, Montevideo cabe en un puño; una dolida reflexión del poeta y dramaturgo Milton Schinca.
Un universo vegetal con sus milagros y sus melancolías: el amor vegetal en el Jardín Botánico.
Leyenda del trovador que se enamoraba de las estatuas: gozosa confesión de Eduardo Darnauchans y su amor por las señoras de mármol.
Un preciosista destinado a traer toda la gracia de Italia, sobre Carlos Zucchi, el autor del teatro Solís y de la Plaza Independencia.
Un amor anglosajón que llega a las costas del Río de la Plata, con historia de Maroñas y una entrevista al Dr. Aureliano Rodríguez Larreta.
La casa que don Joaquín y doña Manolita eligieron para amar: la vivienda de los Torres García.
La Fe y la Belleza conjuradas: la hermosa Iglesia de Tapes.
Tres crónicas sobre don Francisco Piria y su increíble vida.
Fiera venganza la del tiempo: la casa quinta abandonada de don Pepe Batlle.
La invención y la armonía para recordar al gran Andreoni.
Preservar lo que nos atañe: una entrevista a Jorge de Arteaga, Presidente de la Comisión del Patrimonio.
Maestro de los maestros, a propósito de Monsieur Carré.
La Rosaleda del Pardo y su autor, Charles Racine.
Un Montevideo verde y con tranvías a propósito del libro Novecientos de Josefina Lerena Acevedo de Blixen.
Como remate, el volumen contiene bajo el rótulo de Baldosas una serie de pequeñas notas sobre lugares y hacedores como Carlos Ott y una semblanza de Hugo Alfaro sobre la calle Mercedes.
TACO LARRETA CON RAMON MERICALARRETA DIXIT: UNA REFERENCIA INSOSLAYABLE
Del prólogo de Antonio Larreta, un consumado caminante y analista de Montevideo:
“Hace años ese periodista inquieto y viajero, ese reportero que supo convertirse en interlocutor predilecto de poetas y artistas, inventó “Veredas” y sin perder un ápice de su gracia ni de su pasión, las condujo con un rigor intelectual y artístico que las convierte, aun en una apretada antología como ésta, en una referencia cultural insoslayable, a la par de toda la labor institucional que estos últimos quince años nos ha dado a todos los montevideanos el orgullo y la alegría – y la responsabilidad – de un patrimonio que fue largamente ignorado y a menudo envilecido o atacado. Que Ramón siga – que sigamos – recorriendo “Veredas” por mucho tiempo.”
(En El País el domingo 26 de diciembre de 1999)

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