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Conocé al primer capitán de “la blanca” de Paysandú

FUTBOL CHACARERO. Desde Paysandú Julio Damico para Diario Uruguay.

CAPITAN (latín: caput. Cabeza) (En la RAE: El que manda un buque mercante.) Es decir que un capitán es “cabeza” de algo. Se ha afirmado que el fútbol bajó de un barco y que por eso tiene muchas definiciones marítimas. En nuestro fútbol ser capitán es todo un orgullo. Una distinción. Es ser “la cabeza” de un grupo. Y por eso no cualquiera puede ser capitán. Más allá de las condiciones deportivas que se pueda tener, son necesarios, imprescindibles, otros valores. Como saber ordenar, ser respetado, pero primero respetar, tener ascendencia sobre los otros integrantes de un plantel.

El gran Simón Bolívar dijo que líder no es aquel que dice “vamos” (lo que sería una orden) sino aquel que dice: “síganme” (lo que sería una invitación) y todos van tras él. Esto lo demostró el primero de todos los orientales en aquel éxodo donde sus paisanos prefirieron seguirlo al exilio que quedarse en su propia tierra.
La gran historia del fútbol uruguayo tiene páginas llenas con referencia a los grandes capitanes. José Nasazzi en el ´24, ´28 y ´30. El gran Obdulio Varela en el ´50 y muchos años más. Contemporáneos como Diego Lugano y Diego Godín. En nuestro querido fútbol sanducero, tal vez el más recordado es Héctor “Gaucho” Lancieri. Tenía un don de mando que lo hizo ideal para esa distinción. El Capitán es el hombre de confianza del entrenador. Es el propio director técnico dentro del campo de juego. Entonces ser Capitán de un grupo humano tan heterogéneo como un plantel de fútbol, es solamente para los “elegidos” para esa distinción.

El primero de todos en el “Litoral”
Había nacido el 9 de enero de 1900. Entonces en aquel primer Litoral contaba con apenas 22 años. En el plantel había otros integrantes de más edad, pero los neutrales de entonces de la Liga sanducera (que era quienes hacían las designaciones) eligieron uno más joven que se desempeñaba como “back” derecho o atrasado según la terminología de entonces. José Bianchini fue el elegido. Y siempre anduvimos buscando fotos y datos, para saber quién era realmente ese capitán. Los años pasados son muchos. La prensa de esos tiempos le dedicaba muy escaso espacio a la difusión del fútbol, el que aun estaba muy lejos de convertirse en el monstruo económico que es hoy. Los esfuerzos fueron vanos, hasta que…..por ahí una sobrina nieta, Cecilia, nos dice “en tal edificio vive una nieta”. A renovar la búsqueda y vaya linda sorpresa, nos encontramos no con una nieta, sino con su madre, la señora Dora, una de las tres hijas de José Bianchini. Un hallazgo que vino, tal vez, a premiar el esfuerzo de esa larga búsqueda.

-“Yo no era futbolera, pero mi padre vaya sí que lo era. También era juez de fútbol. Y recuerdo de una vez que fue a Pueblo Porvenir y el comisario que simpatizaba con uno de los equipos comenzó a presionarlo. Mi padre tomó la pelota y la puso en el medio de la cancha sentándose sobre ella y diciendo que hasta que no se calmara la cosa el partido no seguía”.

Así arrancó Dora a recordarnos cosas que para ella guardan mucho amor. —Sabe que siempre me llamó la atención que en esos tan lejanos tiempos un jugador de tan solo 22 años, como su padre, fuese capitán habiendo otros de más renombre y edad. —“Era una persona muy seria, responsable. Ordenado en su vida. Pero a la vez muy cariñoso con sus tres hijas con las que, generalmente, en sobremesa se quedaba jugando con ellas”.

—Suponemos que en la casa de un futbolista se hablaría mucho de fútbol.
–“Por cierto. Y más de Peñarol. Era fanático. Se juntaba en casa con Antonio Baccino (gran basquetbolista) y Mario Pagano (padre de Mario, médico deportólogo de larga trayectoria en el fútbol profesional) a escuchar a Peñarol. Los tres eran muy hinchas. Por la noche una audición que creo estaba a cargo de Balsán (Carlos y era la Voz de Peñarol), a Semino (Luis Víctor, comentarista en radio Sport)”.

—-Se acuerda de algunos jugadores de aquella época.
—“Como le dije, no era futbolera y también pequeña, nací en 1930. Recuerdo sí, que al comercio de mi padre (Sarandí y Montevideo) iba siempre un morocho alto, que creo le decían “Chandengue” (suponemos que podría ser Domingo Meléndez) al cual querían mucho y siempre jugaba con nosotras que éramos niñas. Los más famosos en estos tiempos eran jugadores a los que les decían ‘Jaraja’ (Dionisio Arévalo), ‘el atorado’ (Antonio Silva), ‘huesito y mamita’ (hermanos Escobar) entre otros. Daba la impresión que eran los mejores. Después ya mayor conocí a don Ulises Firpo, Pedro Viola, entre otros, que habían jugado en época de mi padre”.

Este tradicional almacén y bar (al estilo de aquellos años) estuvo ubicado en la esquina sur-este de Sarandí y Montevideo (actualmente hay una panadería) allá por los años 30. Era propiedad de José Bianchini (el primero, al frente) y su hermano Humberto (atrás de José). Trabajaba, y es uno en la foto, Ambrosio Pampillón que luego puso un popular bar (El Conejito) haciendo cruz a la Intendencia. El gurisito que está en la foto, es Amadeo “Pototo” Bianchini, hijo de Humberto.

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