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Colonia del Sacramento: El glorioso casco histórico y su entorno en honda reflexión

VEREDAS CAMINADAS POR RAMÓN MÉRICA. Colonia – Ciudad y Territorio: 4a Guía Elarqa de Arquitectura.
En su cuarta entrega, la Guía Elarqa de Arquitectura enfila sus pasos hacia las veredas de Colonia del Sacramento y sus alrededores, por primera vez fuera de Montevideo, y lo hace con la solvencia y seriedad de siempre, donde a los detalles y precisiones técnicas se agregan la austeridad de los textos y la certera puntería conceptual.No es fácil, nada fácil, arremeter con la perla arquitectónica de la memoria oriental, pero los responsables de la edición supieron muy bien hacia quién dirigirse para no errar los pasos sobre adoquines tan preclaros.

CALLE DE LA PLAYA. Es como si los suspiros tuvieran que desmayarse, inevitablemente, en el río. Uno de los tramos más encantadores de la arcaica ciudad.
CALLE DE LA PLAYA. Es como si los suspiros tuvieran que desmayarse, inevitablemente, en el río. Uno de los tramos más encantadores de la arcaica ciudad.

El primer acierto es la portada, donde, en un alarde de sutileza, no se recurre a la imagen de las Calles de los Suspiros ni a la de las ruinas del Convento de San Francisco y su muy pintoresco Faro, ni a las preciosas pero demasiado manidas -fotográficamente- fachadas de los museos de España o de Portugal o de la ciudad. Seducida por la casi naranjada luz del pictórico atardecer coloniense, una esquinita sin mentas y sin memoria- la de la Calle Real y Misiones de los Tapes, frente a la Plaza Mayor -opera como una fantasmal provocación a abrir la Guía y a seguir preguntando,  como lo hacen todos los que pasan delante de ella: qué pasará con esa casita con la que nadie se ha atrevido y que parece muerta desde siempre? No importa, Lo que sí importa es seguir alimentando el misterio, y eso es lo que  consigue la aparentemente inocente foto de Eduardo Folle-Chavannes.
Una vez dado ese primer paso, la lectura y visualización del volumen indica, como cuando se transitan las callecitas del caso antiguo, dejarse perder, echarse a andar sin relojes por este enclave único del continente. No va a ser tan fácil, porque los editores y responsables de esta cuarta Guía han pasado mucho tiempo ordenando material, procesando datos y acumulando una investigación como no se había hecho hasta el momento sobre la Colonia del Sacramento.

Conviene decirlo de entrada: si bien el volumen se encarniza con la sugestión de los adoquines y las tejas coloniales, con los chuecos encantos de un Setecientos oriental adusto y silente (solamente interrumpido por los estallidos de la pólvora y las ambiciones extranjeras) también el equipo ha sobrevolado por otros alardes post-coloniales y que llegan hasta el acero y el cemento de hoy. En ese sentido, ha sido de rigor apelar a la tutela -y no solamente en el prólogo- del arquitecto Miguel Angel Odriozola, un hombre del lugar que ha hecho de Colonia no solamente su mundo, sino además su casa. Es por esa razón que el volumen ha sido bautizado Colonia – Ciudad – y Territorio: además del preciado casco antiguo del Barrio Histórico, la Guía conduce su báculo por regiones vecinas, algunas tan antiguas como ella a juzgar por sus construcciones, otras consideradas hitos de una caligrafía arquitectónica en la que aparecen firmas como la del maestro Julio Villamajó.

CALERA DE LAS HUERFANAS. Los jesuítas la construyeron entre 1745-1750 (se presume que el autor fue José Schmidt) y la llamaron Estancia de las Vacas. Aún hoy se imponen sus líneas rigurosamente neoclásicas y es punto de estudio y admiración.
CALERA DE LAS HUERFANAS. Los jesuítas la construyeron entre 1745-1750 (se presume que el autor fue José Schmidt) y la llamaron Estancia de las Vacas. Aún hoy se imponen sus líneas rigurosamente neoclásicas y es punto de estudio y admiración.

 
EL DELICADO ENCANTO DE LA ANECDOTA
En la Introducción, el director de la colección, julio C. Gaeta, y el habitual colaborador Eduardo Folle advierten que el presente tomo “regoge una parte sustancial de este acervo, reflejado en mayor medida y de manera documental en el aporte colonial (tanto portugués como español) y las arquitecturas de los siglos XVIIIn y XIX pero sin dejar de lado las contribuciones arquitectónicas más recientes tanto dentro como fuera del Barrio Histórico. Comprender significa alcanzar a sentir todas sus dimensiones”.

CASA ROSADA. También llamada Casa de Nacarello, data de 1725-1750, la fachada sobre la Calle del Comercio, origianl de C. E. Honorario, reciclada en 1993 por Antonio Cravotto.
CASA ROSADA. También llamada Casa de Nacarello, data de 1725-1750, la fachada sobre la Calle del Comercio, original de C. E. Honorario, reciclada en 1993 por Antonio Cravotto.

Y en esa advertencia, aparece la lógica aclaración:”La dimensión urbana, a partir de su diversidad (el río, la costa, el Barrio Histórico y la ciudad nueva, sus alrededores y la Colonia rural), la dimensión arquitectónica a través de los diferentes estilos que componen su estructura física, la dimensión histórica por la valoración de sus pasados -lejanos y recientes- a los que la anécdota, como en el caso del Real de San Carlos o del Molino Quemado, ha sabido pintar de un color muy especial”.
A paso seguido, los introductores se preguntan “cómo vivir en un centro histórico o, de manera más propia, cómo convivir con un centro histórico. Cuál lectura es la más adecuada? Acaso congelar la imagen presente y convertir al casco histórico en un museo al aire libre?. Como en un pase de posta, el prologuista Odriozola parece contestar, después de enumerar algunos estropicios cometidos contra el

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