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Así se hace. Las noches del Mercado de la Abundancia

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ramonGogomericaVEREDAS CAMINADAS POR RAMÓN MÉRICA. DOS EJEMPLOS DE AMOR CIUDADANO
Así se hace
La ciudad (y sus amantes secretos) agradecen esos gestos a veces semi anónimos que la regalan. En este caso, la amorosa memoria con que se reciben los cien años de una botica del barrio de Atahualpa, y por otro lado la inteligencia con que se ha sabido coronar una obra de recuperación de fachada a través de la luz, caso del Mercado de la Abundancia. Dos preciosos ejemplos que no necesitan del Día del Patrimonio para ser admirados y gustados: están a las manos de todos, todos los días.
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Las noches del Mercado de la Abundancia
UNA REGIA CAPELINA DE HOJALATA
Y de repente, como en un acto de generosidad y de magia, brotó una enorme joya nocturna engarzada entre rubíes y topacios en el corazón mismo de la manzana. Como si se tratara de una nave espacial de la Belle Epoque, se aposentó, quedamente, junto al elegante edificio de Faget de San José 1338 y Ejido y desde allí se planteó competir con los resplandores terracota de la mole del Municipio que Craviotto erigió entre 1936 y 1942. Costó creer, en una primera vista, que se trataba de la techumbre del encantador Mercado de la Abundancia (ing. Peluffo, 1909) a quien le había llegado la hora de adornarse con los lujos urbanos de la noche.
Debe ser el inmueble mejor iluminado de la ciudad. Con gran tino, los responsables del trabajo han cumplido estrictamente con los códigos de una iluminación urbana: la puesta en valor de sus perfiles más característicos, más definitorios durante el día, los que podrían desdibujarse en la noche. Los autores han ido más lejos: han hecho descubrir vacíos y convexidades que sin esa luz no se percibirían , sobre todo en los tres planos de hojalata descendentes que convierten a toda la techumbre en una graciosa capelina de lata. Como ese coronamiento es de hojalata acanalada pintada de bordó, la luz ambarina sobre ellas proyecta una deliciosa veladura muy teatral, muy parisina. No hay que tener vergüenza en pedir a algún vecino de la zona que le permita ver esa deliciosa imagen desde un piso alto.
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ESPLENDORES NOCTURNOS
La proeza no termina ahí. En un alarde de respeto unido a la imaginación, la iluminación total del Mercado (más allá del asombro de su techo, sobre todo visto desde arriba) ha sido concebida según la paleta que el edificio luce hoy. Por eso, se ha elegido una luz cruda, blanquísima, como de estadio, para todos los sostenes de hierro pintados en gris antracita, lo cual devuelve  un resplandor azulado también muy teatral, muy inesperado. Esos resplandores se derraman tenuemente sobre el marfil de la mampostería. Pero es cuando esos dos planos de luz se encuentran (el blanco puro de la base y el ámbar del techo) que el milagro es total. Allí es donde se vuelve a descubrir, una vez más, que la belleza no es hija del dinero sino de la sensibilidad, que con sólo variar la tonalidad de los focos es posible conseguir un ejemplo tan acabado de refinado profesionalismo. Ahora que la ciudad ha decidido vestirse de noche, el Mercado de la Abundancia es un ejemplo imperfectible para estar siempre bien, para poner a luz conceptos que no siempre son tenidos en cuenta . Y así es que aparece una joya.
Mercado de la Abundancia de Ramón Mérica(foto de pie: UNA GEMA Engarzada entre la soberbia de los altos vecinos, la triple techumbre diseñada por Peluffo luce como lo que es: una alhaja. San José y Yaguarón, todos los días al caer el sol).
FUENTE: Domingo 12 de setiembre de 1999/ El País- Segunda Sección Página 6

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